Marta ha tenido últimamente problemas sentimentales con su chico. Ella no entiende porqué se pone así por cualquier cosa y no soporta esos constantes ataques de inseguridad. Llevan ya 16 años juntos (que se dice pronto) y los arrebatos han venido y se han ido siempre, pero nunca ha luchado contra ellos. Ella confía, quiere y espera.
Cuando levanta la cabeza el autobús tiene la puerta abierta y ya quedan pocas personas en la cola. Paga su billete y se sienta. En la siguiente parada, un hombre que se acababa de despedir de una mujer para subir al autobús, se acaba sentando justo en frente de ella. Pasan tan solo unos segundos y el hombre saca el teléfono y llama. Ella no puede evitar escuchar la conversación...
- Lo de siempre...
- ...
- Ya...
- ...
- No, no, de corazón...
- ...
- Acuérdate de borrar las llamadas.
- ...
- Vale, lo dicho...
- ...
- Igual
- ...
El hombre cuelga el teléfono y disimuladamente mira a su alrededor girando muy pocos grados el cuello. Finaliza el rastreo con una mirada a los ojos de Marta que rápidamente baja la vista.