lunes, 28 de julio de 2008

El espectáculo de lo esdrújulo


Un sórdido sonámbulo prolífico que haciendo el ridículo da el espectáculo. "¡Ánimo!", le gritan... pero su fatídico estado hipnótico no le permitirá salir de la farándula. Ese ánimo fue la minúscula fécula que lo acabó convirtiendo en un licántropo histérico exento de mayúsculos bártulos exógenos. Ahora es libre.

Al licántropo le encanta salir en los crepúsculos porque lo ve todo nítido, se acuerda de lo mítico apoyándose en algo sólido, pero cuando ese breve periodo se esfuma, vuelve ese oxígeno pusilánime que le provoca los dichosos pólipos quísticos. La exotérica noche fatalmente marcada por los oligofrénicos, es su caótico hábitat natural que le perturba a título personal.

Nuestro personaje es un filántropo anónimo condenado por dar aquel espectáculo. Dicen que un día le vieron leer una epístola hidrófuga con unos binóculos ignífugos. Alguien pudo comprobar quién era el abajo firmante, y era un tal...

Xácome Alcántara (ese sí que es drújulo)