domingo, 27 de julio de 2008

LAS PUERTAS...



Me pongo a pensar, y así, de primeras, me viene a la mente el recuerdo de aquella puerta pintada de un color verde musgo; al final del pasillo. También recuerdo que daba al patio trasero de mi primer hogar, casi siempre con alguna que otra hoja de parra esparcida por el suelo. En medio del patio de unos 10 X 5, un pozo de agua profundo y de piedra, con una tapadera metálica también verde (tengo una foto de mi hermana con dos añitos encima del susodicho). En ese patio, mi abuela Catalina me hizo tirar definitivamente la "pepeta a las gallinas", pues ya iba teniendo una edad considerable y no debería seguir chupando de ese modo. La finca en la que pululaban las gallinas era de una familia que yo conocía como "los Pereiró", de los que seguro había oído hablar mil veces pero de los que no recuerdo más que sus famosas gallinas. A ese patio habían venido todos mis amigos, primos y tíos, a las celebraciones que ocasionalmente se llevaban a cabo; era un sitio con una energía particular y difícilmente explicable. En una ocasión, nos regalaron un cachorrito precioso que se murió con poco más de mes y medio y que quisimos enterrar allí mismo. Esa puerta de madera verde me re-ubica en un espacio mental que me da opción a seguir buscando a través de ella. Tengo muchas vivencias que se inter-conectan con aquella puerta. En el descansillo de la misma, mi abuela me re-bautizó con el nombre del Sol "Lorenzo", mi astro; y me decía que ella era la luna "Catalina" y que siempre estaríamos unidos.

Una puerta da a otras puertas "The doors"... por eso sé que en la cara interior de aquella, un perro barrió parte de mi imperfecta simetría y marcó mi personalidad de un modo real, tangible. Si mirabas la puerta desde el pasillo, a la derecha estaba la habitación de mis padres y a la izquierda la cocina, ambos espacios tenían una ventana que daba al mentado patio interior. Qué patio..., qué casa..., qué recuerdos...